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lunes, 23 de junio de 2008

El ogro y la niña (dueto tonisan y Denn)

-¿Sería tan amable de darme una moneda?
Es tarde y hace frío, no para de llover,
me asusta aquel mendigo tirado en la vereda,
la panza me hace ruido, no tengo qué comer.

-¿Cómo es que me molestas? Dinero no me queda
y llevo mucha prisa pues tengo que correr;
no quiero detenerme, la vida se me enreda;
si pierdo mi trabajo me bota mi mujer.

-Disculpe por favor, no quise ser cargosa
los chicos; casi siempre, sabemos molestar.
¿Me acepta un regalito? Hoy encontré esta rosa
yo sé que a su señora la flor le va a gustar.

La niña lo miraba sonriendo deliciosa,
el ogro frunce el ceño y se apresta a replicar:
-¡Ah infanta descarada!; ¿qué rosa ni qué rosa?
y ajándole el retoño, comiénzala a insultar.

Pequeña y aterrada, temblando por el frío,
con lluvia en sus ojitos la niña respondió:
-¿Por qué rompió mi rosa? Era un regalo mío,
la flor era tan bella y ahora se murió.

La niña desvalida, mojada y temerosa
observa con espanto al viejo malgeniado,
pero es ya tanto el hambre; que llora neblinosa
mientras el hombre engulle; un nudo, consternado
y lágrimas asoman de su alma tenebrosa
que ablandan; poco a poco, su duro corazón.
El viejo; genuflecto, al fin entra en razón.

Carita sin sonrisa, de ojitos inundados
estira su manito rozando con su miel
al rostro del buen hombre que oculta, avergonzado,
los restos de la rosa, molida en el papel.
Sutil y con ternura desarma su pasado
vibrando, entre sollozos, le cuenta con temor,
y esconde su mirada rasgada de dolor.

-Mis papis hace un año, al cielo se han marchado,
mis días son oscuros, amargos como hiel,
me duermo en este saco, mugriento y remendado
el frío me castiga, helándome la piel.

El hombre entre sollozos, dolido y enfadado
con este mundo horrible, con este mundo cruel
se sienta y bisbiseando trata de hablar pausado
y entre tartamudeos le da un abrazo fiel:

-No llores niña linda, no gimas por favor,
si quieres yo te llevo cargada a mi vergel.-
Extiende los bracitos, donándole su amor
y cual su hija fuera; se va a vivir con él.
El ogro ya no es ogro, poniéndose a cantar
la carga entre sus brazos, llevándola a su hogar.

tonisan
Denn

miércoles, 11 de junio de 2008

Entre sagrado y profano

Cielo sagrado
suelo profano,
tengo la noche aquí en la mano:
tengo la rosa del pubis humano
aquí en mi mano, aquí en mi mano.

Cielo expandido
suelo profundo,
tengo el silencio más vasto del mundo:
desde tus ojos hasta mis ojos
vuelan mutismos de crueles segundos.

Cielo dormido
suelo encallado
tengo los sueños anclados al viento
y se me escapan momento a momento:
yo los persigo ya sin aliento…

Entre aventuras y estancamientos
vengo del mundo, voy hacia cuentos,
hurgando trenes de polizonte:
vengo del cieno, voy hacia el monte…

Entre sagrado, mundano y profano
tengo tu rosa,
negra y felposa
aquí en mi mano, ¡aquí en la mano!

domingo, 1 de junio de 2008

Dedicado a Denn, poema en liras.

En tus ojos azules
reflejos; que destellan como un cielo,
se visten de abedules
al fin rasgando el velo
que atara mi silencio con su vuelo.

Por tu candor de anhelo
arrulla tu llamada entre la bruma:
el cambio de este suelo
que tanto nos abruma
por otro en que la pena no se suma.

De tu sentida pluma
el verso se derrama cual oleada,
cubriendo con espuma
ecuórea y titilada
al sueño protegido por tu espada.

Tus aires de cascada
abrevan al viandante casi muerto.
Actuando como un hada
colocas nuevo injerto
a todos los plantíos de mi huerto.

Con tu fonema experto
alegras a las almas titubeantes
y siembras el desierto
de flores rutilantes,
donando vida nueva a los infantes.

Tus llamas son radiantes,
se espejan en un cielo almidonado;
labrado con diamantes
vestidos de rosado
en medio del ocaso ensangrentado.

Tu verso se ha trocado
en toda una gran feria de alegría,
que embiste mi costado
con tanta fantasía
que toda mi tristeza se desvía.

Encuentro en tu poesía
la luz evidenciada del estío,
la magna algarabía
que colma lo vacío
con blanda concurrencia en lo bravío.

Conviertes a mi hastío
en fuente de tesoros y de gemas,
y así borras el frío
de todos mis problemas
con esa gracia bella en tus poemas,

Descubro entre tus lemas
sensible sencillez, juicioso brío,
en un sin fin de temas
bordados por el río
del fresco resplandor de tu albedrío.

Contemplo en tu semblanza
un mar de corazones ablandados
que encuentran nueva alianza
en fuertes afianzados
con versos de tu musa, cual soldados.

Sembradas en tu mano;
estrellas desparramas por el mundo
y lo haces más humano,
y lo haces más profundo,
cambiando su semblante en un segundo.

Sembradas en tu rima,
destellan sensaciones deleitosas.
La nota que se arrima
a tus rongas preciosas
se llena de gardenias y de rosas.

Por sobre tu trabajo
pasean las alegres mariposas
y es todo un agasajo
de flores primorosas
tus mágicas palabras deliciosas.

Acordes de acordeones
con soplo de las flautas y violines
renuevan las canciones
que cantan serafines
tallando tu legado en adoquines.

Y hermosos querubines
coronan de azucenas tus delirios.
Danzando los jazmines
se enlazan con los lirios:
festivos, te saludan entre cirios

Caléndulas de plata
adornan con sus pétalos tu llanto;
cayenas escarlata
seducen con su manto
a todo el que camina por tu canto.

Un sueño enarbolado,
en tu sonrisa clara y prodigiosa
asoma lo sagrado
de tu alma talentosa
y mi alma te atesora vigorosa.

Es que te quiero tanto;
princesa nacarada y cariñosa,
pues tienes el encanto
que es propio de una diosa
y digno de una dama fabulosa.

Por eso no me aguanto
las ganas de decirte con premura;
¿mi niña tierna?:

¡es toda una lindura!